CUANDO LA DESGRACIA GOLPEA DOS VECES, ÉXODO Y MUERTE EN NAGORNO KARABAJ.

Un grupo de cirujanos, enfermeras y anestesistas españoles se encontraba en Armenia realizando una campaña quirúrgica organizada por las
ONG’s ‘AMADeA’ y ‘Cirujanos en Acción’.
Lo que iba a ser una campaña de pacientes programados cambió repentinamente cuando, en Nagorno Karabaj, una explosión de varios depósitos


de combustible dejó a más de 250 refugiados, que huían de la operación militar realizada por Azerbaiyán, heridos de gravedad.
A las cuatro de la tarde los heridos fueron llegando al único hospital de quemados en Armenia, ubicado en Yerevan, capital del país. Alrededor de
las nueve de la noche, el hospital dejo de admitir más pacientes, habían colapsado.
SONIDOS.

Los sonidos de los gritos de dolor irrumpen, temporalmente, en la tranquilidad de los pasillos. Esos ecos de dolor, que a veces, se entremezclan
entre los llantos de una madre que ha perdido a su hijo.
Gritos ahogados entre sollozos que se graban en la mente.
TODA AYUDA ES BIENVENIDA
Cuando la doctora Lilian Grigorian, especialista en cardiología y co-fundadora de la ONG ‘AMADeA’, escuchó la noticia de la explosión, se
encontraba en Noyemberyan, un pueblo al noreste de Armenia. El equipo de la ONG ‘Cirujanos en Acción’ se encontraba en Yerevan preparado por
si hacía falta desplazarse hacia el sur para ayudar en el Corredor de Lachin. Tras la llegada de los primeros heridos y en previsión de lo que iba a
ocurrir, el equipo cambió totalmente sus planes y decidió quedarse en el hospital de quemados de Yerevan, donde eran necesarios.
‘AMADeA’ fundada por la doctora Grigorian en 2020, se fundó a raíz del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán. “Tenía la necesidad de ayudar y
contar lo que estaba ocurriendo en mi nación, no es sólo una ONG de médicos, es una ONG para impulsar el desarrollo en Armenia”, afirma Lilian.
Y es que este conflicto, como ocurre con tantos otros, no debe quedar en el olvido.

NOCHES A LA INTEMPERIE
A medida que las ambulancias llegaban, decenas de personas se iban congregando en la puerta del hospital en busca de sus seres queridos, el
personal sanitario filtraba a los heridos poniéndoles su nombre en el brazo con rotulador, después de eso, pegaron un cartel en la puerta con los
nombres de los heridos para que los familiares pudieran ver si estaban allí.
Debido a la saturación de pacientes quemados, los familiares que no pueden ver a sus parientes, deben esperar en la calle hasta recibir alguna
noticia.
PRIMERAS HORAS
“No paraban de llegar ambulancias, los heridos llegaban con alguna cura hecha, pero algo superficial, sin cirugías urgentes realizadas como podría
ser una escarotomía.

No obstante el dolor estaba bien controlado”, relata Sergio Garcia, cirujano plástico asturiano que fue testigo de la llegada de
los pacientes a la unidad de quemados de Yerevan
PULSO FIRME
Las primeras horas de caos y aglomeración fueron precedidas por un gestión rápida y efectiva del personal sanitario armenio, llegando a ampliar la
capacidad total del hospital en cuestión de horas. También instalaron tomas de oxigeno por cada cama nueva. En 12 horas el hospital se adaptó lo
mejor posible para afrontar esta catástrofe.

 


ORGANIZACIÓN
Guadalupe Martí, enfermera (derecha.) Sergio García, cirujano plástico (izq.) y David Alonso, cirujano plástico (centro) preparan material de curas a
primera hora antes de empezar a tratar a los pacientes. Cada minuto cuenta y la eficiencia es primordial.
PRIMERA PARADA, UCI
Detrás de una puerta bloqueada por un código de seguridad se encuentra la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital de quemados. “No es que
estén más graves, es que simplemente no hay espacio para todos. Una persona con mas de un 20% de superficie de cuerpo quemado es paciente
UCI”, explica David Alonso Peña, licenciado especialista en cirugía plástica.
De los 79 ingresados, al menos 50 cumplen criterios de gran quemado.

 

COMO SIEMPRE, LOS INOCENTES.
Una sala de 4 camas separadas por una especie de biombo de madera anclado al suelo delimita el espacio de los pacientes en la UCI del hospital.
El olor tan característico de la Pseudomona se mezcla con la canción de ‘Baby Shark’ que una madre le pone a su hija pequeña. Esa melodía tan
popular hoy en día, es sobrepasada por los quejidos de dolor de Marta, una chica de 16 años con un 22% de su superficie corporal quemada. Es la
única mujer ingresada en el hospital por el accidente de Nagorno y será trasladada a Francia para continuar allí con el tratamiento de sus lesiones.
El anestesista madrileño, Carlos Salazar, seda a la paciente para poder empezar las curas. Con una sincronización perfecta, el resto del equipo
empieza a hacer su trabajo con eficiencia y precisión, terminando el proceso en apenas 20 minutos.

HUIR DE TU HOGAR Y MORIR EN EL INTENTO
“Empezamos a ver movimientos extraños, pero nadie nos decía nada. Estaba claro que pasaba algo grande. Empezaron a acumular muchas
mantas, incluso nuevas, recién compradas”, afirma Sergio Garcia. A los primeros 7 pacientes les siguieron 30 más. Las horas seguían pasando y el
equipo percibió que la presión hospitalaria iba a ser mayor de lo que se creía en los primeros momentos, y así fue. A los 37 pacientes iniciales se les
sumaron otros 42, sobrepasando la capacidad total del hospital y en menos de 6 horas el centro tuvo que dejar de admitir más personas,
empezando a derivar a los heridos a otros hospitales. Los heridos de este hospital, a excepción de la joven Marta, son en su inmensa mayoría
hombres adultos de 30-40 años, padres de familia que huían de un conflicto que lleva años cobrándose la vida de los armenios y donde la
comunidad internacional mira hacia otro lado.
¿QUIEN ES RESPONSABLE DE TANTA MUERTE?
Las opciones de supervivencia de la mayoría de las personas que han llegado al hospital son desesperanzadoras . El doctor David Alonso asegura
que en las condiciones actuales de los pacientes es difícil que muchos de ellos puedan sobrevivir. “Es un porcentaje tan grande de superficie
quemada, que hace muy complicada la supervivencia a corto plazo”, afirma el cirujano vallisoletano. Se estima que la mitad de la población de
Nagorno Karabaj ha huido de la zona por temor a las represalias por parte de Azerbaiyán.
50 HORAS
Nayiri, enfermero instrumentista, cae exhausto en una de las muchas salas habilitadas para cubrir la emergencia sanitaria tras 50 horas
consecutivas de trabajo.
Al fondo, Ashot, un paciente de 32 años que ha precisado amputación de la pierna izquierda a causa de las importantes quemaduras, descansa
durante un rato.
Las graves lesiones de Ashot pueden comprometer su vida a corto plazo, pese a ello agradece continuamente al personal sanitario su esfuerzo.

Artículo publicado por Edgar Gutiérrez.